martes, 24 de agosto de 2010

Seminario. Primera clase


LO INCONSCIENTE. LA VIDA Y SUS MALENTENDIDOS

La propuesta del presente seminario abre un abanico a tantos interrogantes, que si logramos concretar algunos nos daremos por bien servidos. La vida y sus malentendidos es una forma de tratar de abordar aquello que Freud, con paciencia, rigor y no sin malestar, -lo sabemos por sus cartas confidenciales- pero aún con humor, plasmó en su teoría. Una forma de abrir una ventana a un conocimiento nuevo, difícil de aceptar pero tan coherente con lo que día a día vivimos que acabó por imponerse. La forma como pudo teorizar esos actos cotidianos en textos en los que a través de ejemplos, en una generosidad necesaria para que el lector pudiera entender y preguntarse, dicen de la certeza que lo acompañaba en el conocimiento de lo inconsciente. Y especialmente cómo entendía su manifestación a través de las palabras. De tantos, sólo algunos ejemplos:

Un profesor, en su discurso de toma de posesión de una cátedra dijo: -No estoy inclinado a hacer el elogio de mi estimado predecesor- queriendo decir:-No soy el llamado.

Un joven recién casado cuya joven mujer, deseosa de no perder su aspecto juvenil, se resistía concederle con demasiada frecuencia el comercio sexual, me contó la siguiente historia que había divertido extraordinariamente al matrimonio: Después de una noche en la que él había quebrantado de nuevo la abstinencia deseada por su mujer, se puso por la mañana a afeitarse en la alcoba común, y, como ya lo había hecho otras veces por razones de comodidad, usó para empolvarse la cara una borla de polvos que su mujer tenía encima de la mesa de noche. La esposa muy cuidadosa de su cutis, le había dicho varias veces que no usara dicha borla, y enfadada por la nueva desobediencia, exclamó desde el lecho en que aún se hallaba reposando: -¡Ya estás otra vez echándome polvos con tu borla!- La risa de su marido la hizo darse cuenta de su equivocación. Había querido decir: -¡Ya estás otra vez echándote polvos con mi borla!- Y sus carcajadas acompañaron a las del marido.

Y aquí una de sus tantas explicaciones:

Tanto en unos casos como en otros, lo que en las perturbaciones del discurso se revela es la perturbación interior. No creo en verdad que haya nadie que se equivoque durante una audiencia con el rey, en una seria y sincera declaración de amor o en una defensa del propio honor ante los jurados, esto es en aquellos casos en que, según nuestra justa expresión corriente, pone uno toda su alma. Un estilo límpido e inequívoco nos demuestra que el autor está de acuerdo consigo mismo.

En la afirmación anterior hay algo que llama la atención y es la alusión al rey. Podemos decir que este ejemplo está dentro de una época, como son las razones de la resistencia de la recién casada, seguramente por la falta de anticonceptivos, pero en la alusión al rey hay algo que denota una cierta posición de Freud frente al Otro, como llamaría Lacan más tarde a ese lugar de poder investido y sostenido en lo imaginario del padre que no ha caído. Esto y muchos otros aspectos interesantes nos invitan a la lectura de estos textos que nos muestra cómo no somos dueños de lo que llamamos nosotros mismos.

Si Freud fue un maestro acucioso, Lacan también lo va a ser, la diferencia que, además es grande, es que esa acuciosidad no se reflejará en mostrarnos pasos a paso lo que deberíamos ver, más bien se caracterizará por la dificultad, una forma de poner en acto aquello en lo que Freud había sido tan explícito. Es la razón por la cual acercarse a su enseñanza exige más de nuestra parte. Sin ejemplos, sin definiciones, a cada uno le corresponderá, como en un análisis, hacerse cargo de lo captado, situación que lleva a que la teoría aprehendida sea el producto de una elaboración propia, de un trasegar una y otra vez sobre sus textos en los que en ocasiones, surgirá un destello de entendimiento, destello que estará signado por la necesidad de seguir indagando en la búsqueda de su confirmación.

En el seminario La Ética, hay una exhortación de Lacan a la lectura de La Etica a Nicómaco de Aristóteles, que bien podemos tomar para cualquier texto que se nos presente difícil, especialmente en nuestro caso para los del que hace la recomendación, Dice:

Sin duda, se encuentran algunas dificultades en el texto de su enunciado, en sus rodeos, en el orden de lo que discute. Pero superen los pasajes que les parezcan demasiado complicados, o bien tengan una edición con buenas notas que los remitan a lo que es necesario conocer de su lógica, dado el caso, para comprender los problemas que evoca. Sobre todo, no se entorpezcan tratando de captar todo, párrafo por párrafo, sino intenten primero leerlo de punta a punta y con seguridad obtendrán una recompensa.

También podemos tomar otro aparte, ahora del seminario La Angustia con relación a lo que puede suceder al enfrentarse a textos que muestran cierta erudición que, en la mayoría de las ocasiones, al lector que se acerca por su interés en el psicoanálisis, se puede tornar en obstáculo. Encontramos esta sugerencia:

Quienes saben algo al respecto pueden seguirme por dónde avanzo, pues lo importante es mi discurso y no mis referencias, que pueden no conocer.

Y para qué esta introducción, sino para decir de lo que trata lo que trabajaremos en estos meses y es cómo, a partir de esas formas en que el psicoanálisis aborda lo que del sufrimiento del síntoma hace a la vida, asir algunos conceptos para entender, no tanto, por qué su hija es muda, porque de lo que se trata es de hacerla hablar. Partiremos de una película de la que se dice se basa en un hecho real: Madame Butterfly, propuesta en la ejemplificación de lo que en relación al fantasma, su protagonista termina seducido por un semblante que, al caer, reducido a un lugar de desecho, sólo puede optar por la muerte.

Obra:Docteur Freud. Pedro Uhart

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