jueves, 19 de diciembre de 2013

Retazos biográficos


John Huston, el cineasta, consideraba que Sartre era un hombre sin capacidad de escuchar, para quien el cuerpo no existía:   What do you think about this book? Write a review and give your opinion and analysis! Back To French...
Al hablar, tomaba notas de lo que él mismo decía. Era imposible mantener una conversación con él. Era imposible interrumpirlo. Sin detenerse siquiera para tomar aliento, me ahogaba en un torrente de palabras […]Era pequeño, retacón y tan feo como un humano puede serlo, un rostro surcado por las arrugas e hinchado al mismo tiempo, dientes amarillos, y encima era bizco. Invariablemente vestía un traje gris, zapatos negros y siempre iba de corbata, desde las primeras horas de la mañana hasta que se acostaba, y el traje no se arrugaba, la camisa estaba limpia; nunca supe si tenía un traje o varios idénticos. Una mañana amaneció con una mejilla inflamada. Tenía una caries. Le propuse llevarlo a Dublín, pero no quiso […]. Se contentó con el primero que apareció, y le sacaron la muela cariada. Un diente más o un diente de menos no contaba para Sartre. El universo físico no existía para él.
A su vez, de Huston, decía Sartre:
 
En medio de una cantidad de habitaciones análogas, erra un gran romántico triste y solitario, nuestro amigo Huston, perfectamente ausente, incapaz literalmente de hablar con la gente que ha invitado […]. Cuánto mentismo hay aquí. Todo el mundo mantiene complejos que van desde el masoquismo hasta la ferocidad. No crea, sin embargo, que estamos en el infierno. Antes bien, en un cementerio grande. Todo el mundo está muerto con complejos congelados […]. Y justamente, éste es el paisaje interior de mi boss, el gran Huston. Cantidades de ruinas, de casas abandonadas, de tierras yermas, de pantanos, mil vestigios de presencia humana. Pero el hombre ha emigrado. No sé a dónde. Ni siquiera está triste: está vacío, salvo en los momentos de vanidad infantil, donde se pone un smoking rojo, donde monta a caballo (no muy bien), donde cuenta sus cuadros y dirige a sus obreros. Imposible captar su atención cinco minutos: ya no sabe trabajar, evita razonar.

Tomado de Filósofos en la Tormenta. Elizabeth Roudinesco. Fondo de Cultura Económico, 2009