miércoles, 28 de septiembre de 2011

Entrevistas


El establecimiento de El Seminario de Jacques Lacan
Entrevista con FranÇois Ansermet a Jacques-Alain Miller
21 de Julio de 1985
Me llamaron el Oscuro y
sin embargo, habitaba el resplandor.
Saint-John Perse

Un día vino a verme un joven suizo. No lo conocía. Según me dijo, quería hacerme preguntas acerca del establecimiento de El Seminario de Jacques Lacan. Hablamos frente a un grabador, que durante una hora hizo las veces de un tercero. La transcripción de esta conversación que hizo FranÇois Ansermet apareció el año pasado en la revista Bloc-notes delpsychanalyse, que publicaba Mario Cifali en Ginebra. Hablamos de este texto que pocos leyeron y que a veces fue desnaturalizado. Un litigio que termino en la justicia, y que ocupó las páginas de los diarios, me despertó el interés de ser escuchado con precisión. Es la razón de esta plaqueta que reproduce exactamente el texto publicado. J.-A. M
FranÇois Ansermet: Establecimiento de un texto, transcripción, escritura, paginación, son otras tantas maneras posibles para designar el trabajo que usted realiza, Seminario tras Seminario. ¿Cómo describirlo? ¿Cómo calificarlo? ¿Cómo trabaja? ¿Con que dificultades se encontró? ¿Qué le aporto este trabajo? Se trata de preguntas a la vez elementales, ingenuas y muy complejas para abordar en esta entrevista.
Jacques-Alain Miller: Son cuestiones diferentes. ¿Cómo describir este trabajo? Este trabajo tiene precedentes en la historia del pensamiento. Hubo grandes profesores que no dejaron cursos redactados, y eso obligo a sus discípulos a establecer los textos. En el curso que di después de la muerte del doctor Lacan evoqué, a propósito de eso, los avatares del curso de Aristóteles que usted conoce. Considero que un trabajo como este, en el caso que nos concierne, esta facilitado por esos gadgets llamados grabadores que la ciencia puso en nuestras manos, y no hablemos de ese otro gadget de escritura que es la estenografía. Además, este trabajo fue empezado mientras el doctor Lacan vivía y no después de muchos siglos, y lo realiza alguien que, con mucha razón, puede ser considerado como el colaborador más cercano de Lacan. Son más las certezas que tenemos para este curso que las que podemos tener para la enseñanza de Aristóteles. Con los cursos de Heidegger, por ejemplo, ocurre algo distinto, ya que el mismo dio versiones escritas y bien puede uno preguntarse por qué no fue ese el caso de Lacan. Absorbido como estaba en un movimiento de continua invención, con un seminario que fue durante mucho tiempo semanal, y con una gran actividad como analista, no tuvo el tiempo que hubiera necesitado. El movimiento de su enseñanza está pautado la estenográfica como texto original. Este establecimiento debe considerarse como una redacción.

FranÇois Ansermet: Como usted escribe en la advertencia antes del epílogo del Seminario XI, se trata de una transcripción que de ahora en mas dará fe y valdrá, en el porvenir, por el original que no existe. Este origen se encuentra retroactivamente en una escritura, en la escritura de la palabra de otro. ¿Qué se puede decir del gesto que funda una obra sobre un original que no existe?

Jacques-Alain Miller: Hay mucho que decir al respecto porque es el problema del pasaje de lo oral a lo escrito. No hay obra oral. Una obra oral se mide por sus consecuencias en el que escucha, y no forma un monumento. Estamos obligados a comprobar, y el mismo Lacan da testimonio de eso en el epilogo que pone en el Seminario XI, el primero que se editó, que nunca consideró publicables las versiones estenográficas de su enseñanza. Ustedes saben que comenzó a dar su seminario en 1951, y recién fue estenografiado a partir del Seminario de 1953-1954. Desde esa fecha hasta 1973, o sea durante veinte años, por algunos escritos, muchos de los cuales, por otra parte, tienen como origen trabajos de circunstancia, de encargos, solicitados por el editor o por la vida misma del grupo analítico. Para esas ocasiones, Lacan concentra su enseñanza en aquello que se ha manifestado para su auditorio como lo más difícil de asimilar. Sus escritos dan vueltas alrededor de ciertos puntos que son un obstáculo, y cruzan a menudo diferentes partes del Seminario. El escrito sobre la psicosis, por ejemplo, cruza el tercer Seminario, el de Las Psicosis, y el cuarto, el de La relación de objeto. En Las Psicosis no encontramos la «metáfora paterna». Para construirla, primero tuvo que encontrar el texto de Jakobson sobre los dos tipos de afasia, después separar la función de significante del imaginario del falo, y gracias al escrito redacta, anuda el falo y el padre en su metáfora paterna.

FranÇois Ansermet: ¿Cómo caracterizaría su trabajo en la práctica?

Jacques-Alain Miller: Yo mismo elegí hablar de establecimiento de texto, aunque en este caso el problema es que Lacan nunca considero a la versión Lacan, se negó a cualquier publicación de su Seminario. J.-B. Pontalis intentó algún resumen de dos o tres seminarios que aparecieron en el Bulletin Depsichologie. Moustafa Safouan redactó un resumen de unas cien páginas del Seminario de La Ética, que quiso publicar, y Lacan, en definitiva, no lo permitió; Jacques Nassif hizo algunos resúmenes de La Lógica del fantasma para las Lettres de FEcole Freudienne, e igualmente un texto que apareció en Scilicet en el que mezcla un texto compuesto a partir de un seminario con sus propias reflexiones; C.Conte, en la misma revista, redactó un largo artículo a partir del Seminario de La Identificación. Así pues, en el transcurso de estos veinte años, existieron varias tentativas de la explotación del Seminario, tentativas que a veces tomaron la forma de compendium, de resumen, o también de redacción personalizada —aquí cito únicamente las tentativas que no apuntaban a hacer que desaparezca el nombre de Lacan, sin hacer referencia a los innumerables plagios y a los meros copiones.
En 1973 le propuse a Lacan un modo de relación con su Seminario muy diferente: no resumirlo, tampoco utilizar el contenido para hacer solo un artículo, o un libro que se parezca a los libros, sino hacer del Seminario un libro, un libro que respete su desglose en lecciones, que sea exhaustivo y, sin embargo, redactado, porque no escrito. Era la primera vez. Cuando evaluamos el resultado, acordamos que el conjunto de sus Seminarios se haría de esa manera. No se me escapa que existe hoy una suerte de puja para que las versiones estenográficas se consideren como texto original. Tengo que ser claro al respecto: yo continúo en la misma línea. Esta redacción podría ser diferente, es la mía, y para Lacan fue la más conveniente. El estatuto de este trabajo no ofrece dudas, es un trabajo de colaboración. Puedo decirle también, que a partir del momento del establecimiento del primer Seminario, la idea del Dr. Lacan era que firmáramos juntos. Siempre fue muy generoso a ese respecto, y consideraba que la parte que me correspondía justificaba esa firma conjunta. Me negué, lo que Lacan, en su epilogo, llamo gentilmente mi «modestia», pero siempre confirmé con Lacan los contratos de edición, jurídicamente tengo el estatuto de coautor. Por otra parte, las versiones estenográficas están circulando, los investigadores pueden remitirse a ellas. Lacan únicamente había dado poder a su editor para que impida una explotación comercial desvergonzada de las ediciones llamadas piratas. Después de su muerte ratifique ese mandato.

FranÇOis Ansermet: Si se puede considerar a Jacques Lacan como el interprete de una obra que se plasma, a partir del texto freudiano, en una práctica y en una enseñanza, ¿que representa esta nueva interpretación que es la escritura de esta palabra? Todo trabajo de interpretación supone anticiparse al sentido: esta anticipación se sitúa en la relación con la palabra que se pronunció. ¿Cómo decidir acerca del sentido en ese contexto?
 

Tomado del blog: Elpsicoanalista lector de Pablo Peusner http://elpsicoanalistalector.blogspot.com/

lunes, 19 de septiembre de 2011

El diván virtual


¿Soy infeliz porque no soy feliz?

Una pregunta enredada, así como parece que nos hemos enredado con la ilusión de la felicidad. Y no porque no exista, ¿acaso quién no ha sido feliz en algunos o en muchos momentos de su vida? La confusión está en creer que la felicidad es un estado en el cual debemos permanecer siempre, que además, está reafirmado por tanto información y comerciales que nos venden imágenes donde todo es perfecto, posible y adquirible. Lo que ratifica una suposición muy humana, la de creer que los demás, a diferencia de uno, si son felices.

Se nos olvida que la vida se da en un movimiento, que a veces nos toca con su halo de alegría, como lo dice Serrat en una de sus canciones: De vez en cuando la vida/ toma conmigo café/Y está tan bonita que,/ da gusto verla./ Se suelta el pelo y me invita,/ a salir con ella a escena. Una escena que quisiéramos se prolongara y la sensación de bienestar fuera infinita. Pero sabemos que no es así, que también en ocasiones nos pone a prueba, y lo único que podemos hacer es tratar de salir airosos. Y aquí nos ayuda Barba Jacob que, como gran poeta, describe esos momentos en que creemos que todo se cierra: Hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres,/ como en las noches lúgubres el llanto del pinar:/ el alma gime entonces bajo el dolor del mundo, /y acaso ni Dios mismo nos pueda consolar.

Así es la vida, como la cantan los poetas, por eso es bueno no olvidarlo para no caer en las fantasías del mundo moderno. Un mundo en el cual más y más adelantos se nos ofrecen, además para nada despreciables. Porque quién no quisiera vivirla con tantos beneficios a la mano, empezando por el celular. Dónde una madre ya no tiene que lavar pañales y las parejas pueden gozar de la sexualidad sin temor a aumentar la prole. Cuando se puede viajar en tiempos tan cortos, antes inimaginables o conversar cara a cara con el que está lejano. Así mismo, contar con la suerte de que un documento cuyo envío urgente, hasta hace poco costaba más tiempo, más dinero y más úlceras, ahora se resuelva en un minuto.

Y cómo no agradecer poder bajar de peso o lucir mejor silueta después del paso por el bisturí de un cirujano, tener más senos y menos arrugas, mejor nariz, y toda suerte de postizos y extensiones. Además de contar con la pastilla para dormir, para mantenerse despierto, para no pensar, para ser feliz, como lo muestran algunos comerciales.

El mundo actual exige gozar y todo parece estar ahí para alcanzarlo, además con poco esfuerzo, un sufrimiento más para aquellos que al no lograrlo, afianzan el supuesto de la felicidad que gozan aquellos que si la tienen. Al parecer, ahora deberíamos tener más razones para ser felices, un más que se vuelve un menos, como lo demuestra un especial y admirado personaje que por estos días cumple dos años de muerto, quien con todas sus cirugías y el deseo cumplido de cambiar su color de piel, no logró dejar de sentir lo que nos dice Serrat en la continuación de su canción: De vez en cuando la vida,/ nos gasta una broma, /y nos despertamos sin saber qué pasa, /chupando un palo sentados,/ sobre una calabaza.

Es la razón de que los versos de Barba Jacob sigan siendo actuales y no los deberíamos olvidar, sobre todo para no confundirnos y salir corriendo a tomarnos una pastillita, o hacernos diagnosticar con tantos rótulos que hoy dicen lo que es normal y lo que no, que no nos curan pero sí nos vuelven más lúgubres. O, llenar lo que supuestamente nos falta con todo lo que se ofrece en el mercado, porque bombardeados con tanta oferta, no alcanzamos a averiguar qué es lo que realmente queremos de la propia vida. Un llenar que no da espacio a la reflexión, a la pregunta, y menos a un verso. Donde como cualquier Emo, una manifestación de una de las consignas de nuestro mundo moderno, hay que dedicarse a ser infeliz porque no se es feliz.

Escrito de IPM publicado en el periódico El Heraldo de Barranquilla, Colombia. Julio 3 de 2011

sábado, 17 de septiembre de 2011

viernes, 16 de septiembre de 2011

Conferencias

                                                  
                                                   ¿Qué le dijo a Freud Cecilia M.?

                                                                                                             En la estrecha cavidad de su muela se recluye su alma toda.
Wilhelm Busch

Hay un caso que Freud relata en Estudios Sobra la Histeria, se trata de Cecilia M., reseñado en una de las epicrisis, del que se ha dicho muy poco a pesar de la riqueza teórica en lo referente al símbolo y al lenguaje.  Un caso pertinente para esta jornada, ya que era una mujer que le dolía el cuerpo desde la cabeza a los pies. Su principal síntoma era una neuralgia facial que surgía de repente, dos o tres veces al año, que podía durar meses enteros. Era el tiempo en que Freud todavía usaba la hipnosis y en él se deja ver que para ese tiempo ya tenía muy clara la importancia del simbolismo y del lenguaje en un texto de de 1895.

Allí recrea los ejemplos de Cecilia, no sin antes advertir: Este ejemplo de génesis de un síntoma histérico por simbolización mediante la expresión verbal, parece inverosímil y hasta cómico. Algo de lo que sabemos bastante cuando intentamos explicar el psicoanálisis a partir de sus ejemplos, que hacia afuera pierden toda credibilidad. Porque, cómo creer, como en este caso, que una ofensa verbal muy antigua, se instale en el cuerpo como un dolor en la cara que no cesa y que después de mucho tiempo de sufrirlo, esto tenga sus efectos, al decir: Fue como si me hubiera dado una bofetada. O, un dolor en el talón que aparece de improviso, inhibiendo una acción deseada y, tiempo después ella pueda decir sin saber que ya sabía: Por entonces me dominaba el miedo de no entrar con buen pie.

Todavía más explicativo otro síntoma que este personaje le brinda a Freud, un dolor penetrante en medio de la frente que le hace recordar que siendo una jovencita, su abuela enérgica y severa “La miró tan penetrantemente que sintió su mirada en el cerebro”. La explicación que da la paciente y su risa, muestra esos momentos del análisis, donde el analista y su analizante saben de qué hablan: Tenía miedo de ver reflejarse en los ojos de la abuela una cierta sospecha. Una risa que muestra que a buen entendedor pocas palabras, más, si se trata de sexo.

¿Acaso sería ir muy lejos, si seguimos a Lacan en el seminario RSI cuando nos dice que Freud no era lacaniano, pero que nada impide suponerle los tres registros Real, Simbólico, Imaginario? Y, ¿bajo esta propuesta del Lacan de 1975 seguir a Freud en la misma epicrisis en su continuación del comentario sobre Cecilia?

Pero, a mi juicio, el acto mediante el cual crea un histérico, por simbolización, una expresión somática, para una representación saturada de afecto, tiene muy poco de personal y voluntario. Tomando al pie de la letra las expresiones metafóricas de uso corriente y sintiendo como un suceso real, al ser ofendida, la “herida en el corazón” o la “bofetada”, no hacía uso la paciente de un abusivo retruécano, sino que daba vida a la sensación a la cual debió su génesis la expresión verbal correspondiente. En efecto, si al recibir una ofensa no experimentáramos una cierta sensación precordial, no se nos hubiera ocurrido jamás crear una tal expresión. Del mismo modo la frase: “Tener que tragarse algo”, que aplicamos a las ofensas recibidas sin posibilidad de protesta, procede, realmente, de las sensaciones de inervación que experimentamos en la garganta en tales casos. Todas estas sensaciones de inervación pertenecen a la expresión de las emociones.

Concluyendo que:

Llego incluso a creer que es equivocado afirmar que la histeria crea por simbolización tales sensaciones, pues quizá no tome como modelo los usos del lenguaje, sino que extraiga con él sus materiales de una misma fuente.
Seguramente nada nos impide leer la anterior propuesta a la luz de los tres registros, y para ayudarnos, sigamos a Lacan en el mismo seminario cuando refiriéndose a la inhibición, dice:

La inhibición, como él mismo (Freud) lo articula es asunto de cuerpo, o sea de función. Y para indicarlo en este esquema, diré que es lo que en alguna parte se detiene por inmiscuirse en una figura de agujero de lo simbólico. Lo que se encuentra en el animal, donde hay en el sistema nervioso un centro inhibidor, ¿es del mismo orden que, en el ser hablante, esta detención del funcionamiento en tanto imaginario?...¿Cómo la inhibición puede tener que ver con este efecto de detención que resulta de su intrusión en el campo simbólico?...Es la angustia en tanto que ella parte de lo real, la que va a dar su sentido a la naturaleza del goce que se produce aquí por el recorte, de lo real y de lo simbólico.
Unas preguntas pertinentes porque los animales también enferman y mueren, al parecer lo que no insiste en ellos son esos recortes que se manifiestan en el cuerpo del hablante que constituyen síntomas, que al ser tratados por la medicina, encuentran un límite que ella no puede abordar. Lo que nos permite entender otra afirmación del seminario del mismo nombre, que quizá nos haga reír, pero que sufrirlo no es tan gozoso, dice: Mucha gente ha sospechado que el hombre no es más que una mano. ¡Si fuera una mano! Pero está todo su cuerpo. Él piensa también con sus pies. Podríamos aventurarnos a proponer en este trabajo, ¿que ese pie de Cecilia pensaba?

Seguramente, una propuesta para hacerla sólo en un lugar como este, porque fuera de contexto puede pasar como en la anécdota referida por Helizabeth Roudinesco, del encuentro de Lacan con Chomsky, emérito lingüista norteamericano, al cual el primero le responde así una pregunta sobre el pensamiento:

lunes, 12 de septiembre de 2011

El diván virtual


¿Un padre?

En una entrevista a un personaje de tantos de nuestro entorno nacional, le preguntaron si se consideraba un buen padre, respondió que eso lo diría su hijo cuando estuviera grande. Parece una respuesta simple, pero a veces las respuestas simples están cargadas de verdad. Especialmente porque definiciones de buen padre hay muchas, dónde seguramente algunos sienten que no cumplen con todos los requisitos que allí se exigen. Y de pronto aquellos que están convencidos de cumplirlos todos, quien sabe si realmente lo sean.

Es que ser un padre no es tarea fácil, no olvidemos que un padre es un hombre, un ser como cualquiera lleno de carencias, errores, dudas y dificultades. También, según lo que se observa en la cultura, pareciera un poco más fácil para ellas aceptar la maternidad que para ellos asumir la paternidad, evidente en que la aparición del deseo de un hijo es más frecuente primero del lado de la mujer, quien siente que a partir de él consolida la relación. No es salirse de la verdad, reconocer que hay algo en ellos que, por estructura, los hace más resbaladizos frente a este compromiso, y que muchos, cuando lo logran, tiene que ver con cómo aquella que han elegido como objeto de su amor y su deseo, sabe mostrarles un camino para ellos no muy claro.

También, hay que tener en cuenta que el hijo se gesta en el cuerpo de la madre, la cual siente su presencia en cada cambio y más tarde en el momento del parto, es ella la que está en juego. Luego, en los primeros tiempos, debido a los cuidados que siguen involucrando ambos cuerpos, la relación se hace no sólo más posible sino cada vez más estrecha.

¿Y el padre? Él estará allí como un espectador, y en el mejor de los casos, un colaborador. Además no lo podemos culpar porque su cuerpo no se deforme, ni sienta ningún malestar o dolor físico, es así como lo decidió la madre naturaleza de manera sabia, porque si los dos estuvieran en igualdad de condiciones la situación sería un poco más difícil. Al hacerlo, privó al hombre de las maravillosas sensaciones de la maternidad, cosa que seguramente muy pocos se pelearían porque le fueran dadas. ¿Y por qué? Porque son padres. Porque ese es su lugar, no solamente en los primeros tiempos sino para toda la vida. Un lugar de diferencia que permitirá que esos dos que todavía se creen uno, encuentran un tercero que en otra posición podrá sancionar de otra forma lo que para ellos puede ser igual.

Un padre, para engrosar la gran lista de definiciones, sería entonces aquel que no rehúsa ese lugar, y para hacerlo, como en muchos casos sucede, no necesariamente siempre debe estar presente, sabemos que hay muchos que estándolo no ejercen su función. Un padre es el que responde al llamado del hijo cuando lo necesita, le da su nombre, su protección, su amor y le muestra que en el camino de la vida no todo le será dado sin esfuerzo.

Hay una historia en la Biblia que no hace necesario ser creyente para entender su enseñanza. El Antiguo Testamento cuenta que Adán y Eva vivían felices en el paraíso y el maná les caía del cielo, pero llega un momento en que prueban el fruto que les estaba prohibido, el árbol del saber, y empiezan a saber, lo primero, que estaban desnudos, un saber sobre el sexo. Entonces ese padre que les daba todo, con todo el poder que le da ley los saca del paraíso, enterando a Adán que de ahora en adelante ganará el sustento con el sudor de su frente y a Eva que parirá con esfuerzo. Es la imagen de un padre que advierte a sus hijos de la realidad de la vida, que corrige y enseña. Una función no muy sencilla de ejercer porque siendo humanos y no dioses, son muchos los errores que se pueden cometer, todos perdonables. Menos su ausencia cuando más debe estar presente, su falta de amor y su falta de ley.

Escrito de IPM publicado en el periódico El Heraldo de Barranquilla, Colombia. Junio 25 de 2011