viernes, 9 de abril de 2010

El diván virtual

¿Cuántas veces perdonar la infidelidad lo hace a uno indigno? 

Habría que pensar en este caso, si se trata de una valoración numérica, y si perdonar es indigno. Indigno sería hacer que se perdona y esto es de lo más común, algo así como pasé el hecho, pero siempre te lo estoy recordando, una forma un tanto cómica y además dolorosa de perdonar. Aquí cabría la frase tan repetida y aceptada: “perdono pero no olvido”. Y si es posible, podríamos jugar un poco con ella para ponerla a consideración dándole una vuelta. ¿Cómo sería: ¿“no perdono pero olvido”? Porque hay acciones que realmente son imperdonables y cuando se perdonan, es probable que vuelvan a suceder.

Todos los humanos estamos sujetos al error, a la equivocación, pretender vivir con otro sin que  se equivoque, implica candidez o más bien, ignorancia. Y ya sabemos que no hay nada peor que la ignorancia, sobre todo de la vida. Entonces, no perdonar algo no implica no perdonar a alguien, no perdono su acción, pero se puede avanzar, condeno su acción y siempre la condenaré, pero puedo dar otra oportunidad, y en ese sentido tal vez pueda olvidar.

En esta lógica volvamos a la frase: “perdono pero no olvido”, si lo pensamos un poco, allí el  que cometió la falta sale ganando, se queda con el perdón y el ofendido pierde, porque se queda con el recuerdo, para rumiarlo.

Pero, la pregunta es sobre lo indigno, y ya nos preguntamos si es indigno perdonar, lo que sí puede pasar es que un suceso en la pareja como la infidelidad, en un momento dado de la relación puede ser un encuentro con lo que no se podía ver, que a los que pueden escuchar, que no son muchos, les ayudará, para otros será el motivo de una queja perenne, muletilla y el calvario de toda la vida.

Cuando amamos esperamos que el cuerpo y el afecto del otro sean para nosotros, esa es la condición del amor, ingenua o no, eso es lo que pide, de ahí que la infidelidad sea tan dolorosa, afecta el cuerpo y el alma del ofendido y resquebraja la confianza. Entonces, más allá de la dignidad, que estaría del lado del orgullo, de lo que ahí debería tratarse es de otra cosa, de amor. Y el amor exige fidelidad y la fidelidad se pide con amor, lo difícil es que siendo humanos, eso ideal se cumpla.
             
Publicado en el periódico El Heraldo de Barranquilla, sábado 27 de marzo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario