El fantasma, trama en la que se enredan el amor y el cuerpo
Lo anterior es lo que nos muestra Lacan como lo ficticio, que no es por esencia que sea engañoso, más bien una forma en que el símbolo se mueve en una estructura de ficción donde entramos a partir del lenguaje. Saberlo es lo que nos permite no estar locos, la locura estaría más del lado de ver sólo un palo y un trapo donde hay una bandera, o quedarse con el guante en lugar de la dama, como lo haría cualquier fetichista. Es que lo “loco” estaría allí, en que esa estructura de ficción no sea reconocida, en una incapacidad para discurrir entre la metonimia y la metáfora, forma en que las palabras se mueven para dar significaciones, más allá de lo esperado. Es lo que Freud explica:El soldado se sacrifica por un trapo multicolor puesto sobre un palo porque eso se ha convertido en símbolo de la patria, y nadie lo encuentra neurótico...El caballero que se bate por el guante de la dama sabe, en primer lugar, que el guante debe su significado a la dama; en segundo lugar, su veneración del guante no le impide en modo alguno pensar en la dama y prestarle otra clase de servicios.
El símbolo histérico, empero, se comporta de otro modo. El histérico que llora a raíz de A no sabe nada de que lo hace a causa de la asociación A-B ni que B desempeña un papel en su vida psíquica. Aquí, el símbolo ha sustituido por completo a la cosa del mundo.

Hay una dama, nada tiene ya que ver con un guante pues pertenece a nuestra época. A ella se le ve sofocada por accesos de risa en medio de cualquier relato, como si eso hilarante no la dejara hablar. No es un síntoma, ella no se ha percatado pues siendo un goce, el sujeto no está anoticiado, pero su cuerpo se sacude, vibra con una extraña intensidad que, para el que la escucha, llama a una interpretación. Unas carcajadas desbordantes que le cortan el aliento, que no tienen que ver con lo que dice o con lo que le dijeron, una risa loca, una risa sola, auto erótica, en cuerpo vivo. No es de placer, tampoco de displacer, es sólo una risa. Como en Laura, sólo unos ojos, o en madame B, un vértigo, o la mirada inocente del sueño antes nombrado. Algo desprendido, un gozar extra-cuerpo, o un más de gozar.

Clase del 10 de marzo de 2010
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