lunes, 25 de octubre de 2010

Lecturas recomendadas

De cómo Freud debió asesinar para que lo lean.

Por Jorge Baños Orellana

Con más afición por el rincón de la producción, en la última entrega se vio cómo los epígrafes suelen oficiar de “novela familiar”, ligando al autor a una saga de autores destacados o, al menos, de lectores avisados. Es el primer paso acostumbrado para generar la impresión de que uno es idóneo para exponer el tema. Desde luego, hacer relucir un epígrafe es como mostrar una joya de la familia: sorprende, pero no alcanza. Faltan más certificados para probar que no se es un arribista. Por lo general, exhibir predilección por un autor respetado o un párrafo selecto, alcanza como contraseña para que el lector nos admita entre sus iguales, no todavía para que nos incluya entre aquellos a quienes elige prestar atención. Es insuficiente para ganarnos el sí de su dilema preliminar: el tema me interesa, pero ¿quién es este tipo para que me tome el trabajo de leerlo? La primera página debe sumar, entonces, otros indicios prometedores de que merecemos lectura. Es el momento de máxima agitación narcisista del texto, es una caminata sobre un borde flanqueado por los abismos del ridículo y la pedantería. El que escribe queda instalado en la soledad del ejercicio del poder.

Al respecto, los pasos iniciales de Freud son aleccionadores. El destino del psicoanálisis vivió tiempos difíciles debido a que La interpretación de los sueños comenzaba marchando muy inclinada al costado de la pedantería; si bien luego se enderezaba, es imposible dar una segunda primera impresión. Freud necesitó del fracaso para recapacitar que había algo desorientado en ciertas soluciones alentadas por Fliess, y para sospechar que debía hacer otras cosas si pretendía ver freudianos...
Los tres pilares de la primera página (Novena Entrega)

Desencadenamiento de las psicosis
Desencadenamiento: la anticipación como estrategia

Por Gabriel Belucci

He ahí el meollo del concepto de suplencia, con su enorme potencia para pensar la clínica, en especial en el campo de las psicosis. Y nada impide suponer que, suplencias, puede haberlas ya sea que el desencadenamiento haya tenido lugar o no. En otras palabras, suplencia es, en las psicosis, todo aquello que contrarresta las consecuencias de la ausencia de la Ley paterna. Dicho esto, hay que destacar que las hay más o menos eficaces, y que en última instancia toda suplencia es en acto, esto es, no cuenta con otra garantía que su eficacia, que las circunstancias pueden poner en jaque. Todo esto delimita para nosotros dos preguntas, que son nuestra brújula en los tratamientos: “¿Qué opera para un sujeto psicótico cómo suplencia?” y “¿Qué la pone en jaque?”...
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=1378

Problemas y controversias.
La intromisión del prójimo.

Por Juan Bautista Ritvo

¿Cómo diferenciar el objeto a del prójimo si los términos que inicialmente los definen –centralidad, extimidad, proximidad lejana o lejanía próxima, como se prefiera– son casi los mismos? Y si agregamos das Ding a la comparación, las cosas se complican mucho más, especialmente si nos remitimos al seminario La ética del psicoanálisis donde el término das Ding oscila entre el vaciamiento heideggeriano y la radical exterioridad de la Cosa freudiana. Sin embargo de este último seminario puede brotar alguna luz.
En su capítulo XV, “El goce de la transgresión”2, comenta la expresión “… como a tí mismo” del evangelio: ¿qué es même? Algo “que ya no sé si es mío o de alguien”, dice Lacan. “… el prójimo, sin duda, tiene toda esa maldad de la que habla Freud, pero… no es otra cosa sino aquella ante la que retrocedo en mí mismo”...
http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=1386

Las anteriores sugerencias se encuentran en la revista Imago Agenda.
http://www.imagoagenda.com/homeimago.asp

2 comentarios:

  1. Saludos, Isabel.

    Enseñas tanto que da gusto leerte. Y lo mejor de todo, ¡gratis!

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Antony,

    Siempre gracias por tus comentarios.

    Un abrazo

    ResponderEliminar