jueves, 7 de octubre de 2010

El diván virtual


La culpa. ¿Siempre obedece a algo real?

Entender al ser humano no es algo sencillo, clasificarlo tampoco, se puede caer en denominaciones que estigmatizan y más que curar, enferman. Pero en algo sí todos podríamos estar de acuerdo, y es que existen algunos para los cuales, las representaciones del mundo no son tan acordes con las de los demás, tienen alucinaciones, delirios y deben vivir sometidos a medicación para que no hagan ni se hagan daño. Hay otros, en quienes la visión del mundo no está distorsionada por percepciones irreales, que conocen muy bien lo que no hay que hacer, para hacerlo, sin que en ellos haya algún asomo de culpabilidad, algo que no se cura con medicamentos. Y otros, que siendo más acordes con la realidad, tratan de modificarla adecuándola para vivir mejor, hacer lazo social y, la culpa es como una brújula que los guía en la búsqueda de ser mejores.

Para el psicoanálisis ésta es una división importante. Los primeros los conocemos como psicóticos, los segundos como perversos y los terceros como neuróticos. De los primeros sabemos que pueden estar en sociedad pero también que en muchas ocasiones hay que internarlos. De los segundos conocemos mucho, transgresores reincidentes que no se ocupan de construir sino de destruir, no sólo lo que otros han logrado con esfuerzo, sino también su integridad social y sexual sin ningún respeto por la vida. Y los terceros, los neuróticos, una condición al tanto de la ley para acogerse y construir a partir de ella, aunque no siempre lo logre bien.

Somos neuróticos porque somos seres del deseo, de la duda, a veces de la sinrazón aunque no estemos locos, de la ensoñación, del olvido y la equivocación. De la angustia y el desespero, también del dolor y la desmesura. Posibilitados para crear y dar, ser solidarios, admirar y disfrutar lo que otro hace. Reír y gozar y, lo más importante, trascender lo pasado mal hecho, para tratar de hacerlo bien hecho y mejor.

El problema del neurótico es que siendo la culpa su brújula, a veces se instala con tal fuerza que impide su avance. Y se manifiesta en la vergüenza, en el temor al ridículo, en la duda constante sobre lo más irrisorio, en el arrepentimiento de situaciones banales. En una forma exagerada de vivir pensando lo que piensa el otro, para complacerlo, para no quedar mal, porque estando advertido de que puede fallar, vive en guardia para no tener de qué culparse. Síntomas neuróticos que afectan especialmente la sexualidad, la vida laboral y social, que aquejan con prohibiciones y mandatos, sin saber de donde provienen porque son inconscientes. Y así, la vida se ve limitada, ya que aquello que se quiere lograr, se encuentra siempre a la espera, como en aquel que, un poco advertido de lo que le sucedía, pudo decir: “Es que el peor enemigo que tengo soy yo mismo”. Una forma de sabotearse sin darse cuenta y de muchas maneras, donde, en forma obsesiva, aparece el auto reproche por lo que hizo mal o, no pudo hacer mejor, como si no se estuviera enterado que después de lo hecho, siempre se nos ocurrirán opciones mejores. Es vivir la vida como alguien que, habiéndose resbalado porque no vio una cáscara, se queda allí mal ayándose, victimizándose, peleando con la cáscara, con el que supuestamente la dejó caer y, en especial, culpándose por haberse caído. Y es que las caídas, a veces, no son sólo del cuerpo, también lo son de un narcisismo que desconocemos que nos hace vivir penando.

Digamos que es una suerte ser neurótico, ya que según lo antes planteado, las otras opciones serían ser psicótico o perverso. Estructuras que conforman la realidad humana, que dan cuenta de formas de relacionarse y que realmente nadie elige, así como tampoco se eligen los padres o la nacionalidad. Lo que si puede elegirse es hacerse una pregunta que, probablemente está menos al alcance en los otros dos antes mencionados: ¿Por qué me culpo tanto?

Escrito de IPM publicado en el periódico El Heraldo de Barranquilla, Colombia. Septiembre 18 de 2010

3 comentarios:

  1. ¿Cómo hace un obsesivo para abandonar la necesidad de aferrarse a algo?

    ResponderEliminar
  2. El análisis. Ser obsesivo es una estructura, y hay que irla desmontando de sus síntomas. Pero ya hacerse esa pregunta es un buen inicio.

    ResponderEliminar
  3. Y cuándo desmontas sus síntomas, conque lo dejas?

    ResponderEliminar