jueves, 27 de mayo de 2010

Seminario. Clase décima



El fantasma, trama en la que se enredan el amor y el cuerpo.

Si El lazo de quien habla con la verdad, varía según el punto donde sostiene su goce, y el goce es esa forma de vínculo entre los hombres, para oponerse o para encontrarse, poco se puede esperar de la verdad, razón por la cual, y no es necesario que el psicoanálisis lo diga, la verdad sólo puede ser dicha a medias. Más aún, si nos acogemos a la tesis de que la realidad humana no es más que un montaje de lo simbólico y de lo imaginario dónde, en la mitad el deseo, es lo Real que nunca es más que entrevisto.

Una tesis que para sostenerla sólo basta ver la forma en que nosotros los parlantes sufrimos y gozamos. Gregorio o la joven antes nombrada, son los extremos de una realidad que nos toca a todos, y es que cada uno tiene un marco donde ella se juega. De ahí la dificultad del diálogo, podríamos pensar que el diálogo es de goces en esa forma de vínculo entre los hombres, para encontrarse. También en ese en que no se puede dejar de encontrar, para oponerse.

Y es que se puede dar cualquiera por bien servido si acaso algo alcanza a balbucear, pues si un sujeto es lo que significa un significante para otro significante, lo que implica de por sí lo reprimido, un sujeto bajo una metáfora,  un sentido, un primer significado que desconoce, podemos acordar con Borges en su poema De que nada se sabe, donde en algunos apartes dice: No habrá una cosa que sepa que su forma es rara/ Qué arco habrá arrojado esa saeta, ¿qué soy?/ Qué cumbre puede ser la meta?  

Si el deseo es la esencia de la realidad y es de lo que nunca es más que entrevisto, se puede entender que en lo que se relaciona al objeto a, lo imaginario se acumule allí, se enganche, haga sentido a ese sujeto tachado, representado en un significante para otro significante.

Como en la representación del que enuncia sin saber el enunciado, quien tratando de explicarse, dice: Digo cosas, hago cosas, y después siguen pasando cosas como consecuencia de las cosas que se hicieron. Una sola cosa de la que parece no puede salir, como aquella jovencita que se lanzó de un tercer piso, afortunadamente sin grandes consecuencias, y recuerda que las palabras con que su padre la reprochó antes del hecho fueron: Yo no aguanto más una caída. Y como si supiera, sin saberlo, más adelante cuenta: quería ser artista pero me angustié porque se me perdió el material de apoyo. O, la insistencia de otro que va consultar porque no ha podido dejar de repetir una materia en la universidad y dice, como explicación de sus pérdidas: es que no es lo que yo creía, para más adelante repetirse hablando con amargura del padre: es que él no es lo que yo creía.

Ante esto podemos recordar a Lacan en La instancia de la Letra en el Inconsciente o la Razón desde Freud, aquí él también, dice: los significantes que se repiten en la transferencia son los de un “deseo muerto”, y es la verdad de lo que ese deseo fue en su historia, lo que el sujeto grita por medio del síntoma.

Un deseo muerto que puede llevar al intento de morir lanzándose de un tercer piso, o perder y seguir perdiendo porque no puede dejar de sostener lo que nunca fue, pero que su imaginario no puede dejar caer. Deseo muerto que se manifiesta en la insistencia de una cosa que lo tiene cosificado hasta el punto que en su frase sólo puede dar vueltas, las vueltas del síntoma en que está atrapado.

Una verdad, un deseo, un goce y una dificultad que se manifiesta en el no cesa de escribirse, o sea, lo que siempre se ha escrito. Escrito que hablará si sucede la transferencia para que allí, aparezca lo inconsciente. Y no encontrará la cumbre de la meta, tampoco sabrá quién es, pero seguramente si confirmará que su forma es rara, ya esto será un avance.

Las cursivas del primer párrafo son de frases de J.Lacan en el seminario La lógica del fantasma. 
La primera imagen es un obra de Picasso. Retrato de Dora Mar 
Clase del 18 de mayo de 2010

2 comentarios:

  1. Hola Isabel...tengo algunas preguntas,
    Si encontrarse con el deseo puede hacer salir de una muerte en vida...¿el deseo muerto puede llevar a un encuentro con lo real, una "vida real" donde la muerte es la única opción?
    ¿Sería una manera de explicar el suicidio, que el sujeto, cansado de dar vueltas, un día decida no seguir como su deseo...muerto en vida?
    y...otra pregunta...¿se puede entender "dar vueltas" como repetición?

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  2. Hola Rocío, creo que es una buena aproximación a lo que del deseo muerto se trata. Un término de Lacan metafórico que llama a interrogación, pues se podría pensar del deseo como muerto? porque si es deseo no es muerto, más bien sería un goce, se me ocurre. Creo que se permite esa metáfora para dar cuenta de un deseo que no se puede cumplir, antiguo, no sabido y, que creo, si hace dar vueltas efecto de la repetición.

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