jueves, 23 de septiembre de 2010

El diván virtual


¿Qué entendemos por frustración?

Para tratar este tema, nos sirve una canción acerca de los niños de Joan Manuel Serrat, quien como buen poeta, apunta a la verdad. Un fragmento dice: Esos locos bajitos que se incorporan/ con los ojos abiertos de par en par/ sin respeto al horario ni a las costumbres/ y a los que por su bien, hay que domesticar/. Esas pocas frases ya nos indican de lo que se trata la frustración, que se puede definir de manera simple como el sentimiento que se genera en nosotros, que siendo seres deseantes, no todo lo que deseamos, nos puede ser dado. Una domesticación como la dice Serrat, que hace imposible la consigna de algunos, de no permitir que el niño se frustre, como si la frustración no fuera inherente a la existencia.

La frustración aparece porque algo posible de ser dado o conseguido, no se obtiene. Un sentimiento que puede llevar a algunos a la queja constante, a la retaliación o, a un sentimiento de minusvalía, también a la agresión. La frustración está dada, no porque el objeto de deseo falte, ya que esto es común para todos, sino por la incapacidad para entender y aceptar que ese objeto nos puede faltar. Situación que no sólo se evidencia con las cosas, también en la incapacidad para admitir el rompimiento de una relación amorosa, de aceptar la muerte de un ser querido o de cualquier negativa de parte del otro, que se entiende como una ofensa.

Creer que la frustración es producto de no conceder lo que el otro pide, es lo que lleva a tantos malentendidos, porque aún dándole todo, siempre pedirá más. La figura más representativa es la de la madre y su hijo de pecho, a quien no le será fácil soltar aquello que le produce tanto placer, será ella quien lo propiciará porque sabiendo que, y no sólo él, por no seguirlo teniendo podrá degustar muchas cosas más, lo destetará.

Desde el momento del nacimiento, la existencia está signada por la pérdida, la primera: ese lugar donde ni siquiera hay que respirar. Pero desde el primer grito afortunado que anuncia la vida, tendrá que poner de su parte, y tendrá que escuchar, como dice el poeta en su canción: Niño, deja ya de joder con la pelota/ Niño, que eso no se dice/ que eso no se hace/ que eso no se toca/. Y felizmente para él, porque la vida lo exige, la canción nos lo enseña con más sencillez y veracidad que cualquier tratado académico, y seguramente es fácil escucharlo, lo que no lo es, es poder decir y decirnos, ese no con amor y con firmeza. Es la razón de que vivamos sumidos en la frustración, que no entendamos que si no obtuvimos algo hoy, es probable que mañana lo podamos obtener. Viviendo en la inmediatez, en la angustia, como si creyéramos que todo nos debe ser dado, en la creencia de que todo lo que queremos nos debe ser permitido, y que llenándonos de todas las cosas que deseamos, seremos felices. Sumidos en una sociedad de consumo, donde muy frecuentemente para conseguir lo que se quiere, se arriesga la vida del otro y la propia.

El ser humano es movido por el deseo, esto indica que vive en una continua búsqueda, pues cuando obtiene lo anhelado, algo nuevo ocupará su lugar. Es lo que hace al interés por la vida, es lo que logra aquel que se ha desprendido, para decirlo de una manera simple, que no ha quedado pegado de aquello que no le dieron o le dejaron de dar. Atado a la queja, la intolerancia, la violencia, en la incapacidad para pasar de la frustración, a comprender que es en la falta donde se construye, que porque la hoja está en blanco puede escribir, que ceda la angustia por no tener, porque es lo que le va a permitir buscar. Porque como el niño destetado, si es capaz de soltar y esperar, seguramente encontrará algo mejor.

Escrito de IPM publicado en el periódico El Heraldo de Barranquilla, Colombia. Sábado 28 de agosto de 2010

2 comentarios:

  1. Interesante entrada Isabel.

    Es la verdad, vivimos en una permanente busqueda que nunca terminará porque siempre desearemos algo mejor.

    Saludos.

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  2. Hola Antony:

    Sí es interesante teorizarlo, vivirlo es frustrante, pero decirlo, creo que alivia un poco. Y preguntarse ¿por qué no lo podemos ver así? como lo que falta para buscar y no para llorar? Bueno, ya sabemos que algo nos pasa o, no pasa por la castración.

    Un abrazo y gracias por tus comentarios

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