El fantasma, trama en la que se enredan el amor y el cuerpo.

Un artefacto atrapador de algo inconmensurable que pudo aparecer porque un camino hecho por otros permitió que, en un momento, alguien en quien podían caber esas coordenadas simbólicas pudiera ir más allá de los pequeños límites a que un personaje común y corriente se ve sometido. Y la pregunta está ahí, ¿Qué es lo que del deseo arrastra para toparse con preguntas y encontrar respuestas que otros ni imaginarían? Y, ¿además con esa urgencia que hace que el creador someta a ello su existencia?
Ya Freud nos había acercado una respuesta en su escrito sobre Leonardo D’Vinci, el deseo de saber está en relación a la sexualidad. Con Lacan podemos decir que del a, parte esa dimensión irreversible de la cual surge la temática del conocimiento posible. Es la razón seguramente de que no le sea dado a todos, para otros serán otras temáticas, siempre las hay, así sean las más irrisorias y vanas, pero temáticas al fin y al cabo. La primera se puede considerar una suerte, pero no en el sentido de ganancia, aunque la haya, pues sólo hay que adentrarse en la vida de los supuestos privilegiados para darse cuenta de todas las renuncias que implica, pero ya sabemos que siendo del deseo, el costo no es poco.

¿Podemos decir que en los casos nombrados el goce condescendió al deseo? Es probable, pero también podemos pensar en el amor. Y para sustentarlo hay una frase de Lacan, de esas que uno encuentra como al pasar, no el de uno sino el de él. Una frase suelta y que ameritaría todo un seminario. Es una crítica a Hegel en el seminario de La Angustia, dice: Sólo es preciso saber qué es el deseo. Su función no está únicamente en el plano de la lucha, sino allí donde Hegel, y por buenas razones, no quiso buscarlo-en el plano del amor.
Este último punto que está en la propuesta del presente seminario, titulado: "El fantasma. Trama en la que se Enreda el Amor y el Cuerpo", hasta ahora ha dejado de lado el amor. Hemos hablado de la angustia, del síntoma y demás, y sobre todo del cuerpo. El cuerpo como ese Otro donde se escribe el goce, borde de zonas erógenas donde el sujeto, ajeno, es portado por los significantes que, siendo del orden simbólico, como distinto de lo real, entra en lo real como la reja de un arado e introduce en él una dimensión original.
La cita anterior del seminario La Relación de Objeto, nos permitirá volver a referirnos al acto, algo a lo que pareciera estar emparentado el amor. Por ahora recordaremos algunos aforismos con los que lacan juega en esa lucha, para este caso no de puro prestigio, sino de tratar de encontrar una respuesta, aunque sea a medias, de lo que trata el amor. Una de ellas: el amor es un hecho cultural. Y otra: Proponerme como deseante, erom, es proponerme como falto de a, y por esta vía abro la puerta al goce de mi ser.
Tampoco se puede dejar de lado lo que tiene que ver en el amor el deseo del Otro, que sabemos es lo que produce la angustia. ¿Y por qué? Porque: Él cuestiona, me interroga en la raíz misma de mi propio deseo como a, como causa de dicho deseo y no como objeto. Y como es a esa a a la que apunta, en una relación temporal de antecedencia, no puedo hacer nada para romper esa captura, salvo comprometerme en ello.

¿Podríamos responderlo? ¿Qué es lo que angustia que en el Otro haya un deseo? O, ¿me tome como su objeto de deseo? Sabemos que hay una historia anterior, sabemos que eso entrampa y también sabemos de la precariedad inicial, donde se era todo para el Otro, donde no había opción. Y, como en la cita anterior: no puedo hacer nada para romper esa captura, salvo comprometerme en ello. Es tal vez por lo que del amor, nos va a decir Lacan en el seminario Aún: De la pareja, el amor sólo puede realizar lo que llamé, usando de cierta poesía, para que me entendieran, valentía ante fatal destino.
Podemos pensar que no sólo de la pareja se trata en el amor, también de la valentía en aquello a que el sujeto se ve sometido, a esa temática irreversible del conocimiento posible, allí donde no se retrocede porque como Erastés, amante, quiere saber. Por estar advertido que amar no es saber todo sobre el Otro, sino precisamente su ignorancia, lo que puede dar lugar a que algo nuevo se pueda escribir, no sólo en la pareja, también en la cultura.
Clase del 22 de junio de 2010
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