jueves, 24 de junio de 2010

El diván virtual

¿Por qué vivimos tan preocupados?

Vivir preocupado puede ser una constante. Hay tantas cosas que nos alteran que a veces no es fácil sustraerse a la expectativa de lo que puede pasar. La preocupación, en ocasiones, no nos deja dormir, tampoco disfrutar el momento que se vive, como si en el fondo apareciera una vocecita que nos está martillando lo que falta por hacer, o lo que puede suceder. Aún en ciertas personas que parecen relajadas, es algo que no deja de estar presente.
Y ¿por qué tanta preocupación? A veces lo que martilla tiene toda la razón porque dejamos algo inconcluso, lo que hace cierta la frase que si se está preocupado es porque uno no se ha ocupado. No se ha ocupado de hacer lo que hay que hacer, a veces por olvido, otras por desidia o por incapacidad.

Otra forma de verlo es lo que nos dice la palabra al descomponerla: pre-ocuparse, es decir ocuparse antes. Ocuparse antes significa que, por efecto de nuestro imaginario, tendemos a completar lo que no ha sucedido y esto se refleja en que creemos saber lo que va a pasar, entonces nos comportamos como adivinos haciendo suposiciones que, además, damos por ciertas. A veces también suponemos saber lo que el otro piensa, sin darnos cuenta que esa capacidad telepática a nosotros los humanos no nos fue dada, sin embargo, ponemos pensamientos en el otro sin saber si los ha tenido, de acuerdo a la consabida frase: piensa mal y acertarás. Un vidente que llevamos dentro que, al parecer, no nos hace la vida muy grata.

Si nos detenemos un poco en este último punto, ¿acaso no es un poco injusto poner en la mente de otro pensamientos que son propios? Y ¿acaso no es también injusto con uno mismo suponer que el otro siempre está pensando mal de uno? En ocasiones hay preocupaciones que son válidas, las cuales se eliminan cuando uno se ocupa, aquellas que siguen rondando, lo más probable es que tengan todo que ver con lo que se imagina.

Aquí cabe la historia de alguien que observando ciertos comportamientos que por estar tan arraigados, no los podemos ver, comentaba:- Nosotros sufrimos de esquezofrenia- la persona que escuchaba, erudita en temas de la mente, le corrigió: -Se dice esquizofrenia-. No -contestó el otro, -esquezofrenia. Y ante el pedido de explicación respondió: -Porque cada vez que hay algo por hacer aparecen frases como: es que va a llover, es que seguramente no está, es que me va a decir que no, es que le va a pasar algo, es que siempre me pasa, y la más poderosa: es que no se puede-.

Una historia y un es-que, que sirve para entender lo fuerte que es nuestra imaginación, ella nos mantiene muy ocupados, además nos evita el esfuerzo, porque si imaginamos ya sabemos, y si ya sabemos para qué vamos a averiguar. Una forma cómoda de vivir, pero al mismo tiempo una buena forma de vivir amargado, o mejor preocupado.

Vivimos en el presente acompañados por lo pasado y del futuro no tenemos garantías, sabemos siempre a posteriori, es la razón por la que la imaginación vuela para llenar los vacios. Y es ahí donde más aparece la preocupación, si el hijo no ha llegado, si alguien no llamó, si otro por despistado no saludó, si esperamos una noticia, en estos y muchos otros casos, nos entra el vértigo asociativo. Cantidad de suposiciones que en su mayoría son falsas, pero muy eficientes en ese ocuparse antes, de lo que no sabemos.

El ser humano imagina, lo hacemos y lo seguiremos haciendo, ese no es el problema, el problema es creer que todo lo que uno imagina es cierto, un gran motivo de pre-ocupación.

Publicado por I.P:M. en el periódico El Heraldo de Barranquilla, sábado 5 de junio de 2010

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