INSTITUTO DEL CAMPO FREUDIANO EN ESPAÑA.
RED DE FORMACIÓN CONTINUADA EN CLÍNICA PSICOANALÍTICA.
Preguntas a Anna Aromí
¿Qué nuevo estatuto adquiere la demanda o cómo entender la nueva demanda que aparece una vez que el sujeto ha podido concluir que no hay un Otro que le vaya a completar?
Hablar es pedir. Hablar es pedir ser escuchado, así se instituye el lugar del Otro. El psicoanálisis es una experiencia extrema de esto porque va a llevarlo al límite. Todo analizante pide, incluido en el ser aliviado, ser escuchado. Esta estructura es anterior a toda interpretación, mejor dicho, es la interpretación básica que sostiene el trabajo analítico: hable, lo escucho (no importa lo que diga, será maravilloso, añadía Lacan). Así se comienza un análisis: la demanda instituyendo el sujeto supuesto al saber del inconsciente.
Ahora bien, una cura conlleva la destitución de este Otro. Y cuando este Otro cae, ¿cae con él toda demanda?, ¿el sujeto no se interesará más por ser escuchado? No es seguro. Si acaso, el analizante ha descubierto que detrás de esa demanda, sosteniéndola, está la pulsión, el goce. El gran Otro sostenido por el pequeño a. Entonces sí es cuando el sostén neurótico de la demanda puede caer, la aspiración a ser completado y a completar al Otro.
Es así como entiendo que Lacan dice, en un momento muy especial de su vida, que habla sin esperanza, sobre todo sin esperanza de ser escuchado. Que las palabras sean recogidas es una pura contingencia. Una contingencia de amor.
Preguntas a Antoni Vicens
¿Cuáles son las transformaciones que puede obtener un analizante como resultado de su análisis?
Las transformaciones pueden ser: andar menos extraviado; perder menos el tiempo; dejar de esperar consistencia; temer menos a la locura; ejercer la responsabilidad política; etc. En mi caso, las transformaciones obtenidas sobre el amor, la lectura, la escritura o el dinero, prosiguen.
¿De qué no se cura?
Ni de la idiotez ni de la locura.
¿Cuál es ese límite, ese imposible?
El límite que tiene nombre no es un límite.
Si la salida final para un analista lacaniano es la vía del "sinthome" relacionado con un resto sintomático, goce pulsional que no puede ser anulado: ¿Cómo hacer de ese resto incurable, de ese hueso final, algo fecundo?
Amando y trabajando, no sin política (ésta excluye el odio y el sacrificio).
¿Existe una diferencia entre la posición masculina y femenina al final de análisis?
Diría que los síntomas en ambos sexos contienen una huida de la feminidad. Así que, al final, el sujeto se encuentra mejor en el lado femenino.
Pregunta a Carmen Cuñat
¡Sin tiket de salida! ¿Cómo se articularía la dimensión del inconsciente saber, el trabajo de producción de saber en el análisis con ese lugar de S(A/), en el que se inscribiría la conclusión de la experiencia?
No hay tiket de salida, eso se ve muy bien en los testimonios de los AE. Ha habido todo un trabajo de elaboración y de reducción que les lleva a plantearse la salida. Pero en último término la salida depende de una decisión ética, del coraje de pegar el salto, de enfrentar "el hiato del S(A tachado) y su abismo". Es el "Il faut yaller" del que nos hablaba Anne Lysy recientemente. La salida no es el resultado de una deducción lógica. De la misma manera, Lacan señala que "el sentido cientificista" de Freud no le permitió reconocer que su inferencia del inconsciente era fruto de una decisión ética. El coraje de Freud está antes que la inferencia.
Está el saber que se obtiene en un análisis por la vía de la repetición, pero en el momento de concluir ese saber se torna vano. El que no termina es quizás porque aun le da mucho valor a ese saber. Si el inconsciente al final deviene real es porque es pura brecha. Pero el que termina no se va de vacío; es porque ha conseguido tener una idea de su modo de gozar singular y ha consentido a ello. Al escuchar a los AE, parece que es esto lo que promueve el coraje.
Preguntas a Enric Berenguer
Lacan dice que todos los psicoanalistas tienen que haber experimentado el proceso de la cura desde el principio al fin, el fin del análisis es también el pasaje desde la condición de analizante a la de analista. “La verdadera terminación de un análisis”, por lo tanto, no es ni más ni menos que lo que, “los prepara para convertirse en analistas”. Una vez que se ha llegado a esta etapa y se ha pasado por el procedimiento del pase ¿Crees que puede existir un verdadero fin, o bien, el análisis de un analista nunca termina?
Un Un análisis termina. Y puede ser un verdadero fin. La vida sigue, y otros encuentros con lo real quizás pongan al inconsciente de nuevo a la obra, de ahí la posibilidad de nuevos síntomas, de un nuevo recorrido. Por supuesto, eso nuevo tiene que ver con lo antiguo, pero si hubo verdadero análisis, ya no es lo mismo. Puede haber más de un análisis y más de un fin verdadero. Lo cual no tiene que ver necesariamente con que se siga sosteniendo donde se debe, más allá del análisis, la posición de analizante. Esto no debiera terminar nunca.
Lacan nos dice que el fin del análisis no es la desaparición del síntoma, ni la cura de una enfermedad subyacente, puesto que el análisis no es esencialmente un proceso terapéutico sino una búsqueda de la verdad, y la verdad no es siempre benéfica Según tu experiencia clínica, ¿Cuál es el mejor camino para ayudar al sujeto cuando la verdad no es benéfica?
Demostrar que, al fin y al cabo, el hecho de que no sea benéfica no la hace maléfica (para ello haría falta un Otro que de verdad existiera). Que a uno lo disguste no la hace toda, sino tan media como la de cualquiera. Como oculta molesta bastante, no hay más remedio que hacerla salir del pozo. Aunque esto se puede hacer con tacto, y dejando ver en todo momento que se trata también de un semblante. Habrá que creer en ella tan solo lo justo.
Preguntas a Mercedes de Francisco
¿Se puede hablar de “obstáculos” encontrados en la práctica, tanto por parte del analista como por parte del analizante, para la finalización del análisis? ¿Hay un momento adecuado para terminar un análisis y si la ocasión pasa produce efectos?
Es desde mi experiencia como analizante que voy a contestar esta cuestión. En un momento dado a raíz de un sueño, comencé a atisbar la posibilidad de un final, cosa que hasta ese momento no había estado presente para mí. A partir de ahí y sin apresuramiento por mi parte continué, hasta que supe que el final ya estaba ahí, y en ese mismo momento una dificultad se hizo presente esperar un signo por parte del analista que evidentemente no llegaba. No fue por una elaboración, ni por un pasar de las sesiones que pude tomar la decisión, esta llegó de la mano de lo que era una de mis nominaciones, la angustia, cuando en una escena cotidiana y trivial apareció anudada a este pensamiento “si no realizo este acto, todo se repetirá de la misma manera” (en sí mismo algo imposible), aunque no se trataba de un sueño, tenía la fuerza de la pesadilla; tomada la decisión la angustia cesó y mis dos siguientes sesiones fueron las últimas. La soledad que implica este acto no lo torna fácil para el analizante, y del lado del analista queda la responsabilidad de no obstaculizarlo.
En el apólogo de los tres prisioneros, Jacques Lacan, nos muestra como en el tiempo de comprender se trata de una elaboración necesaria antesala del acto. Sin embargo, el momento de concluir sancionado con un acto está separado de la elaboración que hicimos para llegar a él, tanto, como de la demostración posterior para dar cuenta de él.
"Diría que los síntomas en ambos sexos contienen una huida de la feminidad. Así que, al final, el sujeto se encuentra mejor en el lado femenino". ¿Cómo, para qué y por qué huiría un sujeto del lado femenino?
ResponderEliminarSaludos,
Angélica
Hola, querida Angélica, trataré de contestarte: La femineidad es un concepto en psicoanálisis que va más allá de ser mujer. Se concibe como un lugar Otro, que hace diferencia con el todo fálico, lo femenino es no todo en relación al falo, y si entendemos también lo fálico como en relación al significante, diríamos que del lado de lo femenino hay algo que no está en relación a lo que puede ser dicho, o sea está más en relación al vacío y por tanto a la creación. Un hombre también puede estar en posición femenina, de alguna manera. Es por eso que lo dice el psicoanalista, como cuando se puede también estar cómodo en el no saber y en la posibilidad de soportar la diferencia. La huida está del lado del síntoma, sea hombre o mujer.
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